Hoy comienza, un año más y por quinta vez en el mes de Mayo, esta abominación que se conoce como Feria de Abril.
Con una iluminación cuyo consumo energético es comparable al de una ciudad de 40.000 habitantes, arranca este despropósito claro ejemplo de como se hacen las cosas en nuestra profunda España. Allá van los señoríos dichosos a consumir, con el dinero de todos, grandes cantidades de ibéricos, buen vino, mejor güisqui, y abundantes lonchas de farlopa de postre.
Es la feria de los empresarios españoles, esos chamarileros que zanjan los tratos a golpe de cañonazos de jamón, pelotazos de whisky, y tiros de perico, rodeados de un ambiente esperpéntico, desfasado, obsoleto, y caduco. Las mujeres embutidas como guirnaldas decorativas, los hombres con traje corto de faena paseándose a caballo como verdaderos garrulos, esa música vulgar que todo lo envuelve como el polvo del albero, y todo ello ante los ojos de un pueblo que mira, aplaude, ríe las gracias y, lo peor de todo, encima les paga la fiesta.
Pero Sevilla y los sevillanos siguen manteniendo "su" fiesta, la fiesta de ellos, de los tratantes, de los ropavejeros, de los fulleros. Mientras estos se ponen hasta el culo en las casetas privadas, los ciudadanos se amontonan en las casetas populares, pagando precios de atraco y gozando de los apelotonamientos y las incomodidades.
Ole!.., Ole! ¡¡Viva la señora Duquesa !!
Sevillanos, haced el favor de acabar con esto, y una vez hecho eso, ya puestos, nos cargamos la romería del Rocío y la semana santa y, entre todos, nos cargamos también la fiesta de los toros, y los sanfermines. Cuando todos estos anacronismos vigentes sean parte del recuerdo de un pasado atroz, podremos mirar al futuro con esperanza.
Lctr.
1 comentario:
Un par de bombas de hidrógeno y se arregla esto de un plumazo.
Rg
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