jueves, 27 de abril de 2017

Los dineros de la iglesia

Aquí van a parar los dineros con los que se subvenciona a la iglesia católica española. Estos son los logros y los aportes con los que la iglesia nos devuelve la ayuda prestada.



Lctr.

Demme

domingo, 23 de abril de 2017

Gobiernos Democráticos

Hay que tener mucho cuidado con la cada vez más elevada ascensión de las ideologías fascistas en toda Europa. Menos mal que aquí en España estamos a salvo de todo eso porque nos gobiernan auténticos demócratas. Es un orgullo pertenecer a un país tan plural y avanzado.



Lctr.

jueves, 20 de abril de 2017

Esperanza


El círculo se ve cada vez más estrecho y le va quedando muy poco márgen de maniobra a una manera de desgobernar Madrid iniciada en 2003 a fuerza de Tamayazo que permitió subir al poder al esperpéntico y excesivo personaje de Esperanza Aguirre. Un desgobierno que consintió que ráncios y caducos empresarios, que provenían directamente del tardofranquismo, pudieran hacer y deshacer a sus anchas, con los presupuestos de todos, lo que les diera la gana.

¿Podría ser que la época de los Villarmires, Florentinos, Casals, y Ferroviales varios, que han hecho lo posible por lucrarse con el dinero de todos para sumirnos en la miseria (a Madrid y a toda España) esté llegando a su fin? Bueno, tanto como eso no, no alcemos las campanas, quizás lo que realmente esté llegando a su fin es el grupo de títeres elegido para la consecución de ese propósito, pero la voluntad de seguir haciéndolo es el sello de la Marca España, símbolo inequívoco del tercermundismo patrio, que todos llevamos colgados con orgullo bajo el lema "Spain is different" acuñado en tiempos de Fraga  y que cuenta con plena vigencia aún en nuestros días.

La detención del último de los presidentes de la Comunidad de Madrid, y la apertura de una de las más grandes cajas de Pandora de las muchas que continúan cerradas, es un claro signo de que al verdadero poder en la sombra parece no interesarle mantener por más tiempo a este grupo de impresentables para gestionar sus intereses. Hasta el capitalista más acérrimo entiende que en su afán sin límite para nutrirse del sistema, necesita que al menos el sistema exista y goce de buena salud, y estos tuercebotas lo estaban deteriorando, y se lo estaban cargando. Es como aquel que va a por setas o esparragos y los arranca de raíz, y los esquilma de una sola vez, desconociendo que al año siguiente no quedará ninguno para llevarse a la cesta.

Mientras estas operaciones se llevan a cabo, los chavales de Podemos andan dando vueltas con su autobús de la ingenuidad, sin percatarse de que con su actuación más o menos criticable están favoreciendo sin saberlo el relevo generacional lógico, en esta España diferente nuestra, que apunta claramente, y se decanta abiertamente, por el peligroso ascenso de Ciudadanos en las encuestas. Este partido naranja experimental, que nace desde las profundidades del sistema legionario español, viene a ser llamado a reemplazar formalmente a los viejos partidos agotados para que todo siga exactamente igual, dejando a Podemos en su clásico papel de izquierda vociferante, desactivada e ineficaz.

Me gustaría equivocarme, pero el panorama es diáfano. Cristalino. Solo nos podría salvar de este destino cruel algún elemento de incertidumbre no previsto en la ecuación, alguna variable que se escape, algún grado de libertad escondido en la estructura de la naturaleza que nos confiera una mínima cantidad de Esperanza.

Lctr.

miércoles, 19 de abril de 2017

De nuevo.. WYO


Este domingo estuve en el cine viendo la película Yo no soy tu negro, del director Raoul Peck, basada en textos del escritor James Baldwin, y tuve una revelación. Escuchando a este hombre sereno que no lo tuvo fácil al ser negro en los años cincuenta en los EEUU de América, con el agravante de ser homosexual, escritor y poco dócil, compartí su verdad como todos los que estábamos en la sala porque era diáfana. Su discurso no se basaba en el inevitable rencor al que conducen las permanentes injusticias, vejaciones y asesinatos a los que los muy cristianos blancos sometían a otras personas por el mero hecho de ser de otro color, sino que en aquella vorágine orgiástica de monstruosidad moral, Baldwin proclamaba una y otra vez que el problema lo tenían ellos, los verdugos. Intentaba convencer a aquellos seres despiadados de que una sociedad que se comporta de esa manera tiene un problema serio y, desde luego, no es una democracia. 

Esa ingenuidad innata que los americanos venden como una virtud, esencia del sueño americano, en realidad era una perversión que les permitía mirar para otro lado, no alcanzar nunca la madurez para permanecer ajenos a ese crimen colectivo que se cometía con los negros. A diferencia de los blancos, Baldwin fue consciente a los seis o siete años de que esos indios a los que mataban sus héroes eran él y su gente, los negros, que sus enemigos eran sus compatriotas, y este descubrimiento le dejó perplejo, atónito, le ahogó en un mar de incomprensión.

Entonces, sin moverme de la butaca me dije: ¡Coño como aquí! Empecé a recordar situaciones parecidas en las que se han visto envueltos amigos y compañeros de profesión, y me di cuenta de que las dos Españas ya no son la de los rojos y los fachas, aunque también coincide. En las pancartas que portaban en los años sesenta los americanos de pro se podía leer: “La integración es comunismo”. En una delirante pirueta cromática convertían a los negros en rojos, y esto incrementaba su pulsión represiva porque a la categoría de seres inferiores fustigables se añadía la de “traidores a la patria” y, por tanto, exterminables.

Aquí pasa lo contrario, los próceres de la patria, actualmente en el Gobierno, a los que ellos llaman rojos, los ven negros, hez social, morralla explotable en régimen de esclavitud y ajena a las esencias patrias que nunca alcanzará la verdadera condición de española. Condición que, dicho sea de paso, según la Marca España se va definiendo, cada vez da más asco.

Como joven educado en el tardofranquismo con sensibilidad a la injusticia, nunca superé el trauma de la bandera como símbolo del nacionalcatolicismo, ni el término España y español como exclusivo de los vencedores. Franco lo tenía tan claro como estos de ahora cuando se refirió a Berlanga como “peor que un comunista: un mal español”.

Ser español no es una cuestión de partida de nacimiento ni de DNI, es algo más profundo, más complejo. Del mismo modo que un obispo terminó con la ola de apostasía, que llevaba a una legión de malos españoles a renegar de su fe de forma oficial, cerrando tal posibilidad con el argumento de que el sacramento del bautismo imprime carácter y, por tanto, se lleva en el ADN y es imposible anularlo, la españolidad tiene el mismo origen genético. Para ser español uno debe llevar en sus cromosomas las tres coordenadas que lo sitúan en el exclusivo espacio que la Historia le tiene reservado: blanco, católico y de derechas. Todo lo demás es chusma moruna, o peor aún, rojerío teñido con la sangre de los crímenes de aquel Moscú, en permanente mestizaje con las hordas bolivarianas que asesinan y secuestran por doquier.

La verdadera casta no es un espacio que definen unas prebendas de las que disfruta determinada élite político-económica que, amparándose en el sistema que llaman democrático, crea un espacio residencial a resguardo de las leyes que se aplican al resto de los ciudadanos, sino una cuestión de blancos y negros.

Blancos: ciudadanos que velan por el mantenimiento de las esencias patrias que nos convierten en la reserva espiritual de Occidente.

Negros: algarada que conforma un contubernio ateo, homosexual, igualitario e integrador que pretende acabar con esta era de apogeo de los auténticos españoles, esos que nos han sacado del rincón de la Historia para integrarnos en la Europa de la supremacía blanca que encontrará en sus esencias católicas y liberales el camino a la incautación en exclusiva de la riqueza, que permitió, permite y permitirá a las clases privilegiadas vivir en la opulencia. Porque son superiores.

Confundidos están aquellos que sin cumplir las tres reglas básicas se creen ciudadanos de pleno derecho, pues la condición de español portador de valores eternos, en tanto genética, se produce en el mismo acto de la fecundación, siendo anterior al nacimiento, y difícilmente se alcanzará la condición de ciudadano español si no se es esto último. No ser español te convierte en negro, apátrida, hijo de una nación cualquiera.

Son los blancos los que se emocionan al ver la bandera española a media asta por la muerte de Cristo. Como si les pillara por sorpresa. Muerte sentida y dolida dos mil años después de morir crucificado, porque en su paso por este mundo perdió su condición de inmortal así como la de judío, lo que le permitió ser adorado por los españoles, muy españoles, y mucho españoles antisemitas. No olvidemos que la conspiración que trajo todos los males a España era la “judeo-masónica”. Y Cristo fue el rey de los judíos. Para suavizar tamaña cuestión de tener como dios a un judío, en la España en la que crecí, nos contaban que los romanos le pusieron en la cruz lo de rey con sorna, a modo de burla, pero los libros afirman que era nieto de Herodes Antipas y candidato a tal corona.

Son los blancos los que acuden cada año al desfile a dar vivas al Ejército español, al que ven como un servicio de seguridad privado, donde se hacen guiños cómplices a los simpatizantes de los golpes de Estado.

Son las blancas las que calzan sus peinetas representando a las instituciones del Estado al frente de las procesiones, porque ese artilugio con forma de antena parabólica actúa como un rúter que las conecta con el Altísimo, y con ese ostentoso sacrificio limpian sus almas de todo pecado por lo que han robado de las arcas públicas durante el año, porque al estar destinadas a servicios para los negros son expropiables de cara a un mejor reparto entre semejantes.

Son los blancos los que no se dignan a contestar a los representantes de los negros cuando les piden explicaciones por las fechorías cometidas desde sus puestos de la Administración del Estado, pues su inmaculada pureza les convierte en sordos a las demandas de los inferiores.

Son los blancos los que reciben las alabanzas en las sentencias de los jueces que copan la alta judicatura por su comportamiento ejemplar durante las sesiones del juicio, a pesar de haber estafado a miles de negros desde el desprecio absoluto.

Son los blancos los que pierden la memoria cuando tienen que declarar en juicios y comisiones, pues les resulta imposible recordar detalle alguno de los momentos en los que sus retinas, acostumbradas a la claridad diáfana de lo español, se enfrentan al espacio tenebroso de la negritud proletaria, disidente e ingrata, que no entiende la generosidad de aquel que le concede la oportunidad de ser.

Son los blancos los que enterraron en las cunetas a miles de negros y quieren que permanezcan allí, en las fosas del olvido, porque no son dignos de compartir los cementerios, ni merecedores de la memoria que les corresponde al dar su vida luchando por la cultura, la libertad y la democracia.

Y son los negros los que deben convertir los derechos en deberes para señalar con el dedo a los blancos exigiéndoles el espacio que les es arrebatado desde la intolerancia, la crueldad y el desprecio.

No seremos libres hasta que no tomemos conciencia de nuestra negritud y nos rebelemos contra esa discriminación gritándoles, como Baldwin: “No somos vuestros negros”. Aunque nos vean como tales en su mitología clasista, hay que sacarles de la fantasía del privilegio al que llegó el conquistador esclavista, y tomar conciencia de que el enemigo de esta nación desgraciada, a la que los blancos sumen en la pobreza con sus políticas de reparto de lo público, ese enemigo del pueblo, no es exterior. Como le ocurrió a Baldwin, debemos despertar del sueño de la infancia y entender que nuestro enemigo son nuestros compatriotas: los españoles puros, blancos.

Sí, somos negros, pero el problema lo tienen ellos cuando hacen de la opresión una causa. Nos ven negros. Necesitan vernos así, porque eso justifica todo lo demás. Mienten.

Ahora se quejan los blancos de Erdogán, al que califican de tirano y totalitario, mientras le legitiman en el poder dándole millones de nuestros euros todos los meses para que nos limpie la basura que representan esos que son mucho más negros que nosotros. Son negros de negros que se fingen blancos.

Contra los padres del rencor y de la ira, negros que en el mundo sois: ¡Uníos!
(infolibre)

domingo, 16 de abril de 2017

Se repite la canción...


Este es Jean-Luc Mélenchon, un licenciado en filosofía candidato a las presidenciales de Francia por la plataforma "Francia Insumisa", una especie de "Podemos" francés fundado el 10 de febrero de 2016 para la aplicación del programa "El Futuro en común" (L'Avenir en commun). Esta plataforma tiene el objetivo de convocar, después de las elecciones, una asamblea constituyente encargada de redactar la constitución de una Sexta República para Francia, cuya ambición es de poner fin a lo que Mélenchon llama la "monarquía presidencial".

Curiosamente este movimiento ha pasado de una intención de voto del 10% hace menos de un mes al 18,5% actual, motivo que ha causado mucho nerviosismo entre las opciones "tradicionales" y sobre todo en la ultraderecha francesa que ya se veía ganadora sin todavía serlo. Esto ha causado gran revuelo en la prensa que de ensalzar hace muy poco al político Mélenchon ha pasado a denostarlo, a minusvalorarlo, y a compararlo adivinan con quién, sí efectivamente, a compararlo con la Venezuela Bolivariana.

Se genera así una campaña del miedo en el país vecino similar a la nuestra utilizada contra "Podemos". Y es que la cosa está muy clara, la gente, el pueblo, independientemente de donde sea, no quiere lo que tiene, y mucho menos quiere a fascistas para arreglarlo. Un ejemplo más de la manipulación de las democracias a nivel mundial que estamos viviendo en nuestros días.

Hace unos años, en épocas pasadas, este caldo de cultivo habría sido motivo y justificación de guerras fratricidas, esperemos que hoy en día no lleguemos a ese extremo y estos movimientos sean el principio de un modelo social diferente, más igualitario, y más justo.

Esperemos.

Lctr.

domingo, 2 de abril de 2017

Stranger Things


Acabo de ver esta serie que fue la sensación del verano pasado. No deja de sorprender la fuerza de la década de los ochenta a la hora de abordar proyectos de este estilo y de su repercusión después en las pantallas. Temáticas, maneras, músicas, conceptos, de una época que sigue resistiendo el paso del tiempo, incluso captando adeptos entre los jóvenes y chavales de ahora, a los que no parece importarles mucho la ausencia de internet, o de teléfonos móviles, o de videoconsolas, en el desarrollo de la historia y sin embargo se zambullen de lleno en el cuento, como en su día se zambullían sus padres en relatos del estilo de "Poltergeist", "E.T.", "Los Goonies", "Cuenta Conmigo", "El Retorno del Jedi"...

El elenco de actores infantiles/juveniles está muy bien elegido para darle a la historia un aire retro pero sin perder verosimilitud. Destaca sobre todo la niña "Eleven" en un trabajo excepcional de contención actoral para su edad, que unido a sus rasgos suaves y su semblante serio a la par que dulce y cautivador, la convierten en la protagonista indiscutible de la serie.

En el elenco de actores "seniors" destacamos el histerismo y la sobreactuación en muchas de las partes de una madurita Winona Ryder, y un hierático, y también mayorcito, Matthew Modine al que todos recordamos por aquel "recluta bufón" de "Full Metal Jacket".

Por lo demás nada que no hayamos visto ya, pero que tampoco nos importa verlo de nuevo con nuevos protagonistas y misterios. Una serie divertida para disfrutar con toda la familia entre "kikos" y palomitas.

Ya está en marcha la segunda temporada.


Lctr.

sábado, 1 de abril de 2017

Qué.., que no..?











Lctr.

Técnicas Bolivarianas

Parece ser que Maduro utiliza técnicas totalitarias usando a los jueces para limitar la libertad del congreso...


Nada que no supieramos ya aquí...




















Y es que España corre el riesgo de convertirse en Venezuela. Tened cuidado.

Lctr.