VIVA ESPPAÑA
Hay que ver la España que están dejando los del “viva España”. Para entrar a vivir. Deje de mirar a Cataluña por un momento y mire el dedo que la señala y la mugre bajo esa uña. Mire la roña que sale de ahí cada vez que escarba la justicia. Está acabando el primer juicio de la Gürtel -una trama con más temporadas que una serie de Netflix- y aunque TVE lo oculte, ha quedado “abrumadoramente” acreditado, según la fiscal, que el PP tenía una caja B, que recibía donaciones a cambio de obra pública, que Ana Mato y el partido nacional se enriquecieron con los negocios de Correa, que Rajoy los conocía pero se hizo la infanta y que L.B era Luis Bárcenas que era Luis el Cabrón, el de la fortuna en Suiza patria querida.
Deberían llamar Ginebra a la calle Génova. Allí ha puesto estos días el PP un pendón de España cubriendo de arriba abajo la sede reformada con la caja B. Eso es lo que se llama tapar las vergüenzas con la bandera. Se quejan cuando alguien se limpia el culo con el trapo nacional, pero ellos se limpian el dinero negro y como si nada. A la derecha le sale siempre bien la maniobra de distracción patriótica. Cada vez que gritan vivas a España es porque están evadiendo a Panamá.
Se les llenan la boca y el bolsillo con la patria a la que saquean con la mano con la que no agitan la banderita. Mientras nos daba clases de derecho constitucional, el gobierno presentaba esta semana el presupuesto en Sanidad y Educación más bajo de la democracia. El PIB sube pero el dinero para prestaciones sociales baja. Aunque dicen que hemos salido de la crisis, alguien tiene que pagar el rescate a los bancos y no van a ser los propios bancos, faltaría más. Hazme una rebajita, Mariano. Claro que sí, guapis.
De nada han servido los años de movilizaciones contra los recortes. Han seguido ahorrando donde más habría que invertir. En el futuro. Esta semana leíamos que el CSIC ha perdido un 14% de su plantilla desde que gobierna Rajoy, más de 1800 trabajadores. Ésta es la España del PP, un país al que apenas vienen profesores extranjeros porque no encuentran incentivos en nuestras universidades, según señala un organismo de la Comisión Europea. Y ahora sal ahí fuera y canta “yo soy español, español, español”.
Pues yo también soy español, español, español y estoy harto de un Gobierno que da lecciones de legalidad mientras se salta las leyes, que da lecciones de neutralidad informativa a los catalanes mientras manipula impunemente a los españoles, que esgrime la Constitución mientras abandona a los ciudadanos más desfavorecidos, que se envuelve en la bandera de España al mismo tiempo que maltrata a nuestros médicos, científicos y profesores. Harto también de los partidos que apoyan y sostienen a esta organización ultracorrupta y lo hacen en nombre de la democracia. Harto de los que salen a defender la patria pero votan a los ladrones que la han arruinado. Harto de los que gritan “a por ellos” a sus propios vecinos mientras jalean a los políticos que vienen a por nosotros.
Claro que sí, guapis: ¡Viva Esppaña con capital en Ginebra y embajada en Génova!
Lctr. (C&P)