jueves, 7 de junio de 2018

El gobierno de la transición


Después de una larga etapa de gobiernos de alternancia entre los dos partidos políticos mayoritarios de este país, el partido de derecha moderada (PSOE), y el partido de extrema derecha (PP), hoy por fin, después de 40 años, nos desayunamos con un nuevo gobierno transversal, con unos miembros elegidos (en principio) por destacar en los ámbitos para los que han sido seleccionados, y que promete ser el encargado de liderar un cambio, o el principio del cambio, de las estructuras rancias y decimonónicas de las que siempre ha hecho gala el estado español.

Ahora bien, antes de empezar a 'chuparnos las pollas' , analicemos un poco cómo hemos llegado hasta aquí y qué puede representar esta nueva situación.

Lo primero que hay que decir para sentar las bases de todo es que las democracias modernas desde la Grecia clásica, nunca han sido gobiernos regentados por el pueblo como su etimología indica. Son las oligarquías del poder las que se han encargado de los gobiernos en todos los tiempos y los espacios conocidos del planeta. Las democracias han venido a ser un señuelo para calmar a la plebe, y han demostrado ser más eficientes que los absolutismos a la hora de organizar a la humanidad, evitando que nos comamos unos a otros. Cuando la tensión no se puede aguantar más, en vez de aniquilarnos y matarnos entre todos, se cambia de gobierno, y volvemos a empezar hasta que llegue el siguiente punto de tensión en el tiempo. ( la trilogía 'Matrix' lo explica muy bien)

Si nos fijamos en el caso español en su historia más reciente, el último punto de tensión se corresponde con la primera etapa del gobierno del PP tras el de Zapatero, en el que el partido de Rajoy gobernaba con mayoría absoluta, y se dedicó de manera infame y descarada a dilapidar el estado en su propio beneficio, continuando la obra ya comenzada en su día por los gobiernos de Aznar.

Nadie se esperaba que las clases populares, y no tan populares, demostraran su crispación uniéndose en los movimientos de protesta pacíficos y masivos representados por aquella primavera del 15M donde se reclamaba una representación digna en el gobierno de la nación. De hecho, de aquellas movilizaciones surgió el actual partido 'Podemos', que sin ningún tipo de financiación externa, colocó cinco diputados en las elecciones al parlamento europeo.

Ante tal amenaza, que estaba fuera de los clásicos cauces de control de las democracias, las oligarquías empezaron a trabajar y generaron, e impulsaron con su financiación, un nuevo partido que viniera a contrarrestar a esa nueva fuerza emergente en la sociedad. Para ello eligieron un partido catalán-españolista minoritario, y le dotaron de recursos suficientes para cubrir el ámbito nacional y hacer frente a Podemos y a su nueva manera de entender la política.


En principio la cosa salió bien, y en las elecciones generales consiguieron un empate técnico entre todos los partidos de ámbito nacional, que ahora eran cuatro en vez de dos.

De aquellas elecciones podría haber salido un gobierno como el que tenemos hoy, la polarización en Cataluña no había llegado todavía al extremo actual, y ETA ya hacía tiempo que había dejado de existir.

Pero no se hizo.

Y no se hizo porque las oligarquías al mando no podían permitir bajo ningún concepto que el pueblo representado por Podemos llegase a formar parte de la gestión del país. En este punto tenemos que agradecer a la formación morada su negativa a formar gobierno con los 'Ciudadanos' colocados 'ad hoc' por las élites económicas. Esto nos llevó a repetir unas elecciones en las que salió exactamente lo mismo, no sin cierta sospecha de pucherazo, todo hay que decirlo. Cuando Pedro Sánchez, en aquella situación enconada, quiso optar por un gobierno como el que tenemos ahora, su propio partido se encargó de "dimitirlo".

Los últimos acontecimientos acaecidos en España, con una situación insostenible en Cataluña, con la corrupción acaparando todo, y con el partido de 'los Ciudadanos' vistiéndose de rojigualda y poniendo letra a un himno que nunca la tuvo, volvió a alertar a las oligarquías que se dieron perfecta cuenta de que esto había que pararlo o nos quedábamos sin país. Incluso las élites económicas más partidistas se percataron de que una nación dibujada así no beneficiaba a nadie, empezando por ellos mismos.

Presentando como excusa la sentencia de la Gürtell con condenas ejemplarizantes, el poder económico dio vía libre a la formación de un nuevo gobierno presidido, eso sí, por Pedro Sánchez y el partido socialista en solitario, cualquiera otra forma de organización no se contemplaba.

Es así como surge esta administración que hoy estrenamos, que viene a ser un nuevo gobierno de transición, que nos llevará desde el neofranquismo de Populares y Ciudadanos hacia, de momento, no sabemos dónde.

De momento, y una vez disipadas las brumas de la emoción y la exaltación, el nuevo gobierno se nos presenta como un guiño a los partidos conservadores y a sus votantes, para que no se revolucionen demasiado, y para (qué duda cabe) intentar atraer sus votos, con Marlaska y Borrell como estrellas de importantes ministerios. (no olvidemos la historia del juez conservador con secuestro de la portada de 'El Jueves' incluida, ni tampoco la lamentable actuación de Borrell en el penoso acto de 'Societat Civil Catalana'). También hay guiños a los conservadores dentro del propio PSOE con elección de 'susanistas' para templar ánimos internos.

Lo que no hemos visto es ningún guiño relevante al partido que con su mayoría, y sus cinco millones de votantes, les ha colocado ahí. No lo hemos visto. Es más, parece como si esa parte importante de España fuera poco más o menos que una molestia. Habrá que estar vigilantes en estas importantes cuestiones en el futuro, porque un simple maquillaje de la situación no creo que sea válido, ni les vaya a servir de mucho, en esta nueva andadura.

La primera decepción profunda de este gobierno incipiente viene del lado de subestimar una vez más a la cultura y al deporte. Primero por unir ambos ámbitos, de gestión muy diferente, en un solo ministerio, y después por elegir a un personaje mediático de tertulia rosa como su ministro. Puestos a hacer una elección 'folclórica' quizas la de Pedro Duque está más justificada, pero la de Maxim Huerta, persona que ha afirmado públicamente que no soporta los deportes, no me parece lo más acertado. Ya veremos. Lo mismo luego es el mejor de todos..  Parece ser que la labor de un ministro de 'cultura y deportes' se salda con ir a 'Los Goya' una vez al año, y a las olimpiadas y al mundial cada cuatro. De nuevo dos pilares fundamentales de la formación humana son relegados al apartado de 'otros' en vez de estar respaldados por sólidos ministerios. 

Para terminar, se han creado nuevas carteras y comisionados como el de pobreza infantil, se ha revalidado el ministerio de igualdad, se ha creado el ministerio de ciencia.., pero no se ha establecido, ni siquiera ha salido en conversaciones, la creación de un necesario ministerio de la memoria histórica que permita restablecer el daño de la dictadura. Es obligatorio si queremos progresar como país moderno y avanzado de una vez por todas. Es la eterna asignatura pendiente.

Felicitémonos todos por haber superado esta etapa negra e infame del gobierno Popular. Felicitemos a Pedro Sánchez por su nuevo y esperanzador gobierno..,

pero no le perdamos de vista..

Lctr.


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