viernes, 21 de septiembre de 2018

La última esperanza


Ayer, en el programa de Wyoming, pude seguir con atención la entrevista que le hicieron a Eduardo Mendoza.

He de decir que me tragué todos los anuncios, y no cambié de canal, esperando esa intervención de uno de los "grandes" de España. Supongo que la mayoría de la audiencia, ante tantos obstáculos, ya estaría viendo "El Hormiguero" o "Gran Hermano".., más fácil.

Pues bueno, después de aguantar otro pequeño intermedio, para hacer desistir a aquellos pocos  que se hubieran quedado para ver a Mendoza, después de eso, por fin apareció Gonzo con el escritor.

Y, una vez más la decepción fue terrible.

Este afable señor, que acaba de publicar nuevo libro, nos dijo que él vive en Londres porque no le gusta lo que sucede en España. Que lo de nuestro país es incurable. Y que ya tal...

Hasta luego Eduardo, que lo pases bien en Londres, y que se venda bien tu libro.



Está claro que solo quedamos nosotros.

Y por "nosotros" se entiende a los que formamos parte de aquella España, también en crisis, pero en la que pudimos acceder al mundo gracias a unos gobiernos que subvencionaron aquello. Pudimos ver a los grupos punteros internacionales, y sobre todo patrios, pudimos ver grupos de artes escénicas con magníficas propuestas, vimos a Cambaleo, a Robert Wilson, a Phillip Glass......

y a La Fura.

La Fura fue un acontecimiento. Todavía tiemblan las piernas de recordarlo.

No habíamos visto nunca nada igual, ni el mundo tampoco, aquella unión de artes escénicas no dejó a nadie indiferente. Aquello era nuevo, o al menos nos lo parecía, y lo estábamos viendo en el momento de su nacimiento.

No creo que nadie pensara en ese momento que la Fura dels Baus era un grupo catalán, porque no estábamos en ese momento para gilipolleces de ese tipo.




Ayer, en el Teatro Real, actuaron ante el rey, valga la redundancia, y fueron denostados porque algunos de sus integrantes lucían lazos amarillos.

Ya véis a lo que nos han llevado este hatajo de delincuentes que tenemos por gobernantes tanto en Cataluña como en España. Nos han llevado a denostar a La Fura, una de las mejores cosas que ha dado este país.

Esto no se puede tolerar más.

Por ello, como los viejos del lugar nos han abandonado por puro miedo, aquí solo quedamos nosotros.

Aquellos que vivimos esos años sin pensar en ningún momento en nacionalismo, ni orgullo patrio alguno. Aquellos que nos sentíamos reconfortados de pertenecer a un mundo más grande del que nos habían dejado ver. Aquellos que estábamos hermanados e ilusionados.

Agarrémonos a eso con fuerza, recordemos aquellos tiempos, y hagamos lo posible por parar todo esto desde el respeto, la cultura, y el humanismo. Somos la última esperanza.

Aunque sólo sea por nuestros hijos.

Lctr.

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