lunes, 18 de abril de 2016

Ya tenemos una edad...


Ya tenemos una edad...

Tenemos la edad suficiente para saber que todo lo que nos han ido diciendo durante toda nuestra vida no es completamente exacto.

No hay sueños que cumplir, no hay paraísos más allá del arco iris, no hay nubes de fresa, ni ríos de leche, ni cataratas de limón. No existe el lugar donde Lucy comparte el cielo con diamantes, no hay amor.., es un cuento, del mismo calibre que la historia de Pinocho o la de Jesucristo.., el mismísimo Principe Siddharta comparte la misma realidad existencial con Mickey Mouse...

Todo eso son historias. Porque los seres humanos vivimos de historias. Las historias son nuestro combustible, nos las han ido contando desde pequeños, los padres se las transmiten a los hijos, una historia detrás de otra, la mayoría con moraleja, con una enseñanza final que nos indica el camino correcto, la senda por la que se ha de seguir.

Independientemente de la rama a la que pertenezca la historia, no deja nunca de ser una historia.

Alguien puede decir.. " Perdón, mi historia pertenece a la disciplina científica, disciplina de la razón, y esa historia sí que es parte del camino y de la verdad que todo ser humano debe conocer.."

Ni caso. Ni puto caso. Esas son las peores historias...

El verdadero hecho real, si puede tener ese nombre, es uno solo y además no resulta muy halagüeño. El objeto real de todo esto es un delirante afán de continuar una cadena de procesos por el que nos vamos perpetuando en el tiempo, cuya única finalidad es la de seguir existiendo.

Para conseguir tal objetivo todas las historias que nos cuentan hablan del éxito, todas sin excepción, además siempre incluyen algún tipo de sacrificio bien como medio para alcanzar un éxito posterior, o bien como advertencia de lo que pasa si no no se llega a alcanzar el objetivo del éxito. Sea como fuere, os lo digo de verdad, intentad siempre limpiaros el culo con todas y cada una de ellas.

No veáis más películas. No veáis más series televisivas. No escuchéis música. No leáis ningún libro. No habléis con nadie.

Liberaos. 

Ya tenemos una edad. Ya sabemos perfectamente de que va esto. La cosa está clara "quítate tú, que ya me pongo yo" y si no soy yo, aquí os dejo a mi hijo para que se ponga, para que tenga un hueco donde seguir libando toda la hiel y toda la miseria que destila esta mezquina existencia.

Y esto es todo.

Y todas las historias no son más que medios para conseguir ese fin. Todas las historias no son más que señuelos, reclamos, cebos, carnada, trampas, ganchos, engaños, alicientes para que el proceso no se detenga nunca. A veces, dentro de esas historias reside la verdad desnuda de esta triste subsistencia, pero hasta en esos casos también forma parte de la pomada con la que aliviar la desazón.

Intentad que no os toquen los cojones. No seáis violentos pero tampoco seáis dóciles. Vamos a intentar llevar todo esto sin demasiados aspavientos, sin grandilocuencias. Ya que estamos aquí, y este es el sistema, vamos a procurar vivir todos, de una manera aceptable, con una comida diaria, con un techo donde guarecerse, y un lecho cómodo donde descansar, con unos lugares donde discutir y hablar del problema existencial, con espacios donde curarnos de las heridas recibidas, con amplias zonas donde respirar y ver el cielo, y ver correr el agua, y de esta manera esperar, porque los seres humanos no podemos aspirar a otra cosa que no sea esperar en paz lo que nos tenga que venir.

Lctr.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien Lecter, bien.

Rg

Lecter dijo...

:)