miércoles, 1 de abril de 2015

Boyhood y la agonía del cine

Llevamos ya unos cuantos años presenciando en directo la muerte del cine tradicional. Ese cine en el que se tiene que contar una historia en un margen de tiempo de alrededor de dos horas, y con una estructura argumental de introducción, nudo, y desenlace, propia de las novelas del siglo XVII.

Como este modelo ya empieza a aburrir a la gente, por lo predecible, repetitivo, y manoseado, de los argumentos, las artes audiovisuales en la actualidad están apostando por la serie televisiva como modelo utilizado para desarrollar el arte más viejo de la humanidad que es el de contar historias. Todos los grandes del guión, de la producción, de la realización, de la interpretación, están migrando hacia ese tipo de formato. 

El cine tradicional se ha quedado para las historias de superhéroes, los efectos especiales, y para los experimentos más o menos "indies", con los que intentan sorprendernos cada año los cuatro cineastas que quedan, sin conseguirlo.

Además la industria del cine acumula piedras sobre su propio tejado cuando elige formatos de imagen más propios de una pantalla de televisión que de una sala de cine. Si alguien ha tenido el valor de ver alguna película de superhéroes en pantalla grande reconocerá conmigo que, por el formato elegido, resulta más cómoda de ver en un smartphone o en una tablet, que en una sala de cine.

Después de sufrir ayer este nuevo truño que responde al nombre de "Boyhood", me asalta la idea de compasión infinita hacia todos aquellos que la hayan tenido que ver en un cine, sin poder detenerla un momento para ir a descansar.., o para ir a cagar directamente.

Tres horas de descripción subjetiva de la niñez-adolescencia de una persona americana de Texas, bajo el prisma de un americano de Texas, con una problemática social estereotipada del mundo occidental, con la que quizá muchas personas pueden verse reflejadas, salvando, claro está, la distancia con Texas y con la mente mediano burguesa del autor.

Este experimento de doce años de rodaje no difiere en nada de cualquier otra película que se hubiera rodado en seis semanas, no luce para nada el trabajo realizado, no va más allá del telefilm familiar de los sábados por la tarde. Además vemos a un Ethan Hawke que se va haciendo más joven conforme pasa el tiempo y no al revés, un poquito más y hubiera quedado a las puertas de entrar en el colegio de los poetas muertos...

Uno puede aguantar tres horas en un cine si está viendo El Padrino, 2001, Doctor Zhivago.., pero esto no. Esto es insufrible. Esto es mucho.

Puestos a que nos expliquen la vida mediante un experimento cinematográfico de tres horas me quedo con Koyaanisqatsi.

Lctr.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La opción del VLC de ver a mayor velocidad (1.5x , 2x, 3x) manteniendo la entonación del audio y por tanto en menos tiempo este tipo de ladrillos es una bendición que habremos por siempre de agradecer a la tecnología.

Recuerdo haber visionado "Mentiras y gordas" en tiempo record. Esos 100m quedaron reducidos a 3 cuartos de hora escasos, por supuesto perdidos pero algo se pudo salvar de la quema.

Rg

Lecter dijo...

Muy bueno eso