Después del título e imagen de esta entrada a lo mejor alguien piensa que a continuación voy a desgranar, o a criticar, o a detallar, o a diseccionar, o a pormenorizar y estudiar este trabajo merecedor de un reciente Oscar al mejor guión original.
Pues no.
No voy a hacerlo, porque sería darle demasiada importancia a algo que no tiene importancia alguna.
Lo que sí voy a hacer es intentar explicar el por qué, en el año 2018 de nuestra era, hemos llegado a este panorama artístico desolador en todas las disciplinas, incluida la del cine, en la que un bodrio como este ha sido capaz de alzarse con uno de los premios más "prestigiosos" del "séptimo arte". (Formas del Agua aparte..)
Comencemos desde el principio.
Desde que los hermanos Lumière en 1895 asombraron al mundo proyectando a unos obreros que salían de una fábrica en plano fijo, el cine no ha dejado de evolucionar.
Para ese momento de la historia, las artes anteriores como eran la literatura, la pintura, la escultura, o la música, ya estaban bastante trabajadas y prácticamente habían dado todo lo que podían dar de sí. Los hermanos Lumière nos regalaron en aquel instante toda una nueva forma de expresión que incluía, o abarcaba, a todas las manifestaciones artísticas conocidas hasta entonces en una única y sublime manera de fusionarlas y reunirlas a todas.
El cine se convertía así en la representación artística más importante que el ser humano haya tenido nunca. El medio de expresión de ideas, la herramienta cultural más potente, que la humanidad haya tenido jamás.
Y así pasó todo un siglo XX en el que fuimos creciendo y descubriendo una nueva manera de comprendernos y representarnos como especie, envueltos en una tendencia artística en continua evolución, que no dejaba de sorprendernos y admirarnos conforme las técnicas y los lenguajes iban progresando. El ser humano era capaz de expresar de manera cada vez más certera su desazón en el mundo, y compartirla con todos los demás.
Todas las manifestaciones artísticas que en el mundo han sido siempre han generado dinero. Pero así como la pintura, o la literatura, o la música, han generado beneficios muchas veces después de que los autores hubieran muerto, esta última de ellas, el cinematógrafo, por su "portabilidad", y capacidad de llegar a grandes masas de manera "quasi" simultanea, se ha constituido como la más rentable de todas ellas en tiempo real. De hecho el cine ha generado una industria no comparable a ninguna de las artes conocidas hasta entonces. Una verdadera fuente de ingresos que hace que hoy en día los autores y estrellas protagonistas de sus historias lleven auténticas vidas de reyes sobre la tierra, y los productores y "financistas" del negocio sean equiparables a genuinos emperadores.
Y este fue, y ha sido, el principio del fin.
Cuando las empresas cinematográficas se dieron cuenta de la pasta que se podría ganar llegando con sus productos al mayor número de personas, los artistas del género pasaron a ocupar un segundo lugar.
¿Para qué vas a pagar a un Kubrick, o a un Arthur Penn, habiéndo chavales que te hacen "lo mismo" (vease Spielberg y su "Tiburón") con unos beneficios mucho más suculentos...?
¿Para qué vas a pagar a un Kubrick, o a un Arthur Penn, habiéndo chavales que te hacen "lo mismo" (vease Spielberg y su "Tiburón") con unos beneficios mucho más suculentos...?
En la actualidad ni siquiera hace falta que conozcamos el nombre del autor de la obra. Películas como "Emoji", del año pasado, con un coste de producción de cincuenta millones de dolares (una ganga) generó en su primera semana de estreno en todo el mundo más de mil millones de euros.
Para que un subproducto como este sea capaz de recaudar semejante cantidad solo hace falta una promoción salvaje en todos los medios y el trabajo está hecho. Sin importar lo más mínimo la calidad o el contenido de la mercancía.
"Emoji" es un producto comercial para niños de fácil distribución, pudiera alguien pensar, pero no nos equivoquemos, el panorama del cine actual sigue este mismo patrón en todas las escalas. Solo hay que echar un vistazo a los premios Oscar, después de la aparición de Spielberg y Lucas, para comprobar que el mecanismo es idéntico.
Hoy en día con una buena "promo" a nivel local, eres capaz de introducir mercancías deleznables como "Torrente 5 (Operación eurovegas)" u "Ocho apellidos Vascos", y forrarte con ello.
A nivel mundial solo tienes que dar un Oscar a cualquier bodrio para que el negocio sea rentable independientemente de su calidad. Los medios están comprados. Los críticos ni te cuento (son vergonzantes los elogios de Boyero a subproductos como "La forma del agua") Todo está amañado, atado y bien atado, para que la legión de mindundis que conformamos la humanidad pasemos por taquilla.
Por todo ello las críticas de los nuevos productos del cine sobran.
Porque ni siquiera son cine.
Lctr.
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