viernes, 24 de enero de 2014

Nunca debimos empezar por ahí

Elisa siempre llora en el restaurante ruso. No sabemos si llora en todos los restaurantes rusos. Pero en el restaurante ruso que está en la Plaza de la Paja siempre lo hace. Es lo que nos explicó cuando comíamos allí y al final de la comida, mientras hablábamos de la infancia de nuestros padres, rompía a llorar y mientras lo hacía nos contaba que la primera vez que estuvo, ante lo cual dedujimos que esa vez era la segunda, también lloró. Y en esa primera vez. recordaba con voz entrecortada, lo hacía sin motivo aparente. Quizás la camarera rusa, la música rusa, la tristeza rusa, la comida rusa, el vodka ruso... No sabemos. Y es que las personas vamos siempre cargadas con nuestro llanto allí donde estemos. 

Tratamos de no usarlo. Como si hacerlo fuera el último recurso. Como si llorar fuera la prueba de que no hay nada que hacer con el asunto. Como si llorar fuera la muestra palpable de nuestra impotencia. Y puede que ciertamente así sea. Y lo que me pregunto es que por qué no lo hacemos más. Lo de llorar, quiero decir. No queremos mostrar nuestra impotencia. Es difícil mirar a alguien que llora sin hacerlo tú también. Y me vienen a la cabeza las imágenes de la tele en que aparecen esas mujeres llorando de desesperación porque han perdido algún hijo, en cualquiera de esas guerras interminables que cuidamos con tanto esmero para que no acaben. No puedo... es difícil mantener la mirada, es difícil no llorar con ellas. 

Y es que se me ocurren muchas razones para echarnos a llorar y no parar. Y se me ocurre que podíamos quedar todos a alguna hora concreta y echarnos a llorar, no de impotencia, sino de rabia. Y llorar y llorar y no parar de hacerlo. No sé cuántos litros de llanto puede generar una persona (lo miraré en Internet), pero lo suyo sería gastarlos todos. Todos a la vez. Llorar hasta deshidratarnos. Un día me explicaba Aníbal que el llanto tiene la misma composición química que el agua de mar y que es una especie de recordatorio de dónde venimos. Llorar hasta crear un mar de lágrimas que limpie todo lo que hemos construido, que inutilice todo lo que hemos construido, que anule nuestra capacidad de construir. 

Hemos elegido construir para vencer a la muerte, con la certeza de que la construcción seguirá ahí cuando ya no estemos. 
Y lo único que generamos es infelicidad a los que vienen detrás, que tienen que aguantar con resignación las construcciones heredadas. 

Y construirnos edificios, palacios, puentes, instituciones, leyes. 

Y todo lo que construimos está hecho del mismo material: miedo. 

Y así vamos traspasando ese miedo con forma a las futuras generaciones, para que no olviden, para dejarlo todo atado y bien atado. Para que vean de manera palpable que es imposible vencer a la muerte. Y que la crueldad es el ingrediente principal de nuestro quehacer. Y es que de todas las instituciones conocidas la más cruel y abyecta es la naturaleza, con ese algoritmo hediondo que le hace seguir y seguir, como sea y a costa de lo que sea. Y es que a la naturaleza le importa una mierda el sujeto. Lo que le importa es continuar. Y tú como sujeto sólo eres portador de información. Y tienes los días contados. Así que ya puedes ir pasando tu información a otro, que para eso estás aquí. Y una vez hecho esto, ya estás listo para que te den por culo. Acepta tu deterioro, acepta tu inutilidad, acepta tu muerte. Acepta. Y de eso es de lo que va todo esto, de aceptar. De agachar la cabeza y continuar. 

Y no hay sitio donde protestar.

Lctr. (Extracto de la obra reciente de Carlos Sarrió)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

dejo aqui enlace a un video - entrevista con Alan Moore que dice cosas, para mí, interesantes sobre el arte, el artista y la magia, aunque luego tire por la sicodelia, pero si el Ministerio del Interior está regido por una persona que cree que una zarza ardiendo puede hablar, por qué no echar un vistazo a lo que dice Alan que, al fin y al cabo, escribió los Watchmen.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/22/actualidad/1390412516_018602.html
besos de Kakos

Anónimo dijo...

esto es una cita de una cita de algo se ha citado... interesante bucle.

Lecter dijo...

Ahora está muy liado con la cosa esta del tiempo dichoso, esa magnitud inventada y, a todas luces, inexistente. Ese Abrazo Kakos

Jjeje, sólo queda como colofón ver a Rajoy diciendo con su frenillo.. "fin... de la cita". Ese abrazo maníasmías