(Jot Down)
En tus libros sobre el Partido Socialista subrayas que, durante el franquismo, si no se le conoce una actividad contra el régimen realmente relevante fue porque la represión después de la guerra se ensañó especialmente con sus miembros destacados y militantes, más que con los comunistas, pero faltan las cifras. ¿De qué proporciones estamos hablando?
Traté de cuantificar las cifras, pero no llegué a ver ninguna estadística. Me basé en una reflexión que me hacía la gente con la que fui hablando. Creo que es la verdad, la represión se ensañó especialmente con los socialistas. Mi padre lo era y hasta bastante después de muerto siguió viniendo a visitarlo a casa una vez al mes un policía de la Brigada Político-Social para ver si se movía, dónde había estado, qué había hecho e interrogar a los vecinos sobre sus rutinas. Y eso que mi padre era un socialista moderado, pero las pasó canutas. A mí me negaron una beca por ser mi padre quien era.
De todas formas, que la represión aplastara a los socialistas más que a nadie es comprensible sencillamente porque los comunistas eran muy poquitos. Tuvieron un papel importante en la guerra, en la medida en que la URSS ayudó a la República, porque fueron gente ordenada que daba prioridad a lo que había que dárselo, que era ganar la guerra y eran militantes disciplinados con los que se podía contar, sobre todo por parte de Negrín. Pero eran pocos, los socialistas eran los predominantes junto con los anarquistas, lo que pasa es que estos no eran muy amigos de votar ni de involucrarse en tareas de gobierno hasta que llegó la guerra.
Por aquel entonces, Felipe González está en Bruselas y señalas en tu libro Las mil caras de Felipe González que le marca la situación de los emigrantes españoles, a los que califica como «explotados, oprimidos, desamparados, odiados como seres inferiores, como una raza maldita».
Eso lo dice en las cartas que le enviaba a su novia de aquel entonces, con la que hablé. Creo que Felipe tenía una especie de impronta cristiana.
También indicas que Alfonso Guerra le definía como «cristianorro».
Es que Felipe fue a Lovaina con una beca que le dieron los obispos alemanes. Al principio él estaba en una línea de democracia cristiana progresista, como la que representaba su paisano Manuel Giménez Fernández o los demócratacristianos italianos. De hecho, se casó por la Iglesia. Luego se disculpó diciendo que el cura era progre y tal… lo típico que hacen muchos progres, justificarse diciendo que van al altar por los padres de ella y demás. Luego sí es verdad que el hombre dejó de creer, pero eso deja una impronta, como digo. Él tenía compasión por los pobres. No partía de una visión ideológica o teórica, como Alfonso Guerra.
El padre de Felipe tenía una vaquería, rico no era, pero venía de una clase media acomodada. Alfonso, por su parte, tenía diez hermanos y llegaron a tener que pedir por la calle. Él que podría haber tenido una reacción política motivada por lo mal que lo pasó su familia, fue, sin embargo, por lo intelectual. Es algo que también se puede explicar. Pero el caso es que Felipe tuvo una visión más pragmática y menos ideológica. Y tuvo la intuición de que, una vez establecida la democracia, las siglas del PSOE tendrían un gran atractivo, contra la idea general entonces de que la hegemonía de la izquierda la tendría el Partido Comunista, tal como había ocurrido en Italia.
En el PSOE de aquellos tiempos abundaba la masonería, citas a Ana María Ruiz-Tagle, compañera del despacho laboralista de Felipe, que te dice que los masones eran una «estructura seudomafiosa ineficaz», que «no hacían más que pasarse papelitos unos a otros» y que en las reuniones «te los encontrabas con el babi puesto, cuando salías a la calle veías a un policía y querías echarte en sus brazos».
Ruiz Tagle es una chica estupenda, describe muy bien aquella época. Es verdad que una parte muy importante de los socialistas de aquella época eran masones, empezando por Rodolfo Llopis. Pero la masonería, no es que no me la tome en serio, pero nunca le he dado demasiada importancia. Tenía su interés y su morbo, sin embargo, su capacidad para cambiar Gobiernos la pongo en duda. Y eso que Franco tuviera una brigada contra la masonería y el comunismo lo veo desproporcionado. No creo que los masones tengan la trascendencia que se les ha dado. (seguir aquí)
Lctr.
No hay comentarios:
Publicar un comentario