Una vez más nuestro supremo tribunal viene a dar la nota.
Los tribunales europeos ya nos lo han dicho en incontables ocasiones. Cada vez que había un caso "irresoluble" como una negligencia médica, unos ruidos nocturnos insoportables para vecinos, unas hipotecas ilegales con clausulas abusivas...
Cada vez que pasaba algo así, nuestro tribunal supremo, colocado a dedo desde los tiempos de maricastaña, no ha estado a la altura de la justicia que se le exigía impartir. La bochornosa última actuación con el tema de las hipotecas, dictando sentencia hoy, para desdecirse mañana, fue la gota que colmó el vaso de la vergüenza.
Ya muchos sospechábamos, desde el cambio de última hora del juez Marchena por unos whatsapps filtrados por el PP, que esa permuta no iba a traer nada bueno en el tema del procés. Como así ha sido.
Un impresentable Juez Marchena, elevado a los altares por todos los medios de comunicación de la cuerda, loado en radios y televisiones como el adalid vivo de la justicia, no iba a traer nada bueno...
De hecho fue colocado ahí no para atemperar el problema de Cataluña, no. Fue colocado ahí para polarizar y exacerbar todo lo posible el conflicto, única arma electoral de la derecha española.
Y tanto se empeñó en la tarea, que han terminado él y su tribunal haciendo el ridículo. Han terminado saltándose la ley. Han terminado, directamente, prevaricando.
Sus interrogatorios solemnes, cargados de sesgo y, en ocasiones, de estupidez y arrogancia, nos han llevado a generar un gran problema donde no había ninguno. Nunca debería haber llegado hasta ahí el conflicto del procés. Nunca. Pero fue llevado a propósito por unos políticos infames, que no veían otra manera de rascar más votos a un electorado al que habían dejado seco con sus robos y corruptelas.
Pero esto viene bien. No hay mal que por bien no venga.
Esto viene bien porque es hora de formar gobierno, el único posible después de dos rondas electorales, el que la gente de España entera ha elegido, la misma gente que ha dejado a la derecha franquista española en minoría por dos veces, el que la mayoría de la ciudadanía quiere.
Y es hora de formarlo para empezar a acabar con esto. No nos merecemos esta justicia heredada de la dictadura. Nos merecemos algo distinto. Algo mejor.
Algo que no nos avergüence ante el mundo.
Algo que sirva para todos.
Lctr.