Siguiendo la línea chispeante y novedosa generada por Charlie Brooker y sus Black Mirrors, donde humanidad y tecnología se confunden, nos llega este TRUÑO de Spike Jonze, de largo metraje, e incontenible bostezo.
La peli un poquito más CORTA hubiera estado mejor, pero nunca hubiera superado la MASCULINIDAD que impregna toda la historia a la hora de contar las cosas. Masculinidad que llega al ONANISMO y, a partir de aquí, a la puerilidad, a lo naíf, y a un entendimiento del mundo de verdadera guardería.
Romanticismo caduco, RANCIO, y manoseado, en plena era cibernética. Aburrimiento supremo. Tonterías y barquitos.
Del romanticismo al TOSTÓN sólo hay un paso.
Lctr.
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