viernes, 29 de agosto de 2014

Piratas del Caribe

No se por qué nunca pude soportar demasiado las películas de piratas. Me aburren profundamente. Me pasa lo mismo con las de Robin Hood, las del rey Arturo y su ristra de caballeros, y no digamos nada de las relacionadas con el Señor de los Pestiños, o Juegos de Tronos varios...

Centrando el tema en los piratas, esos heróicos caballeros que surcan los mares, curtidos en mil nobles batallas, rodeados de un aura de misterio y bravura legendarias. Esos personajes que enterraban tesoros en islas remotas, con sus correspondientes mapas apergaminados en los que una "equis" señalaba el lugar, esos cofres del muerto, esa botella de ron, esa pata de palo, ese parche en el ojo...

¿Qué hay de cierto en todo esto?

¿A quién le ha interesado deliberadamente envolver en un manto de hidalguía, nobleza, altruismo, y generosidad, la historia de este puñado de miserables que eran los piratas?

Vamos a tirar de wikipedia simple:

La piratería es una práctica de saqueo organizado o bandolerismo marítimo, probablemente tan antigua como la navegación misma. Consiste en que una embarcación privada o una estatal amotinada ataca a otra en aguas internacionales o en lugares no sometidos a la jurisdicción de ningún Estado, con el propósito de robar su carga, exigir rescate por los pasajeros, convertirlos en esclavos y muchas veces apoderarse de la nave misma.

Junto con la actividad de los piratas que robaban por su propia cuenta por su afán de lucro, cabe mencionar los corsarios, un marino particular contratado que servía en naves privadas con patente de corso para atacar naves de un país enemigo. La distinción entre pirata y corsario es necesariamente parcial, pues corsarios como Francis Drake o la flota francesa en la Batalla de la Isla Terceira fueron considerados vulgares piratas por las autoridades españolas, ya que no existía una guerra declarada con sus naciones. Sin embargo, el disponer de una patente de corso sí ofrecía ciertas garantías de ser tratado como soldado de otro ejército y no como un simple ladrón y asesino; al mismo tiempo acarreaba ciertas obligaciones.

Una vez esbozado el tema, vamos a centrarnos en los piratas de las películas, los del Caribe, empecemos por el principio..

El Corso Inglés

Surge como nuevo pirata la figura del corsario inglés (s.XV-XVI), una clase social "sui géneris", especializada en el robo marítimo, en el saqueo de ciudades, puertos y mercancías. Los corsarios disfrutaban de lo que se llama patente de corso, es decir, «licencia para robar y saquear» con la autorización explícita del rey u otro gobernante. Esta patente era privilegio de Inglaterra y Francia, que tenían a sus corsarios institucionalizados y cuya actividad se convierte en lícita en tiempos de guerra. De esta manera, los piratas clásicos se van haciendo corsarios, que es una postura más cómoda, pues actúan siempre dentro de un orden legitimado y bajo la protección de la ley.


La percepción de los corsarios depende obviamente del observador: para los atacados son simplemente piratas, o mercenarios sin escrúpulos, mientras que para sus connacionales son patriotas e incluso héroes. En Inglaterra, la piratería se convirtió en un negocio legítimo. Fue Enrique VIII el primer monarca que expidió las patentes de corso. Más adelante, la reina Isabel I se convertiría, por este medio, en «empresaria marítima», otorgando las patentes a cambio de parte del botín conseguido.

Interesante, sigamos leyendo...

En algunos casos, después de expirada la licencia o acabada la guerra, los corsarios vuelven a actividades privadas como ricos burgueses que incluso son condecorados. En Inglaterra existen monumentos levantados a algunos corsarios, considerados como héroes. El más famoso de los corsarios del siglo XVI es, sin duda, Francis Drake, insigne almirante, honrado por su reina en agradecimiento a los servicios prestados y elevado a la categoría de "sir". Sobrino de otro pirata, también ennoblecido por la reina, sir John Hawkins, juntos asaltaron Veracruz en 1568, cuando aún carecía de fortificaciones. Drake tiene en su haber el más cuantioso botín registrado en la historia: dos buques españoles que transportaban oro y plata americanos desde "Nombre de Dios", lo que le supuso que Isabel I lo armara caballero. Este botín colosal sirvió a su majestad para establecer el Banco de Inglaterra.

Sin embargo, no todos los corsarios consiguen el título de caballero. Algunos de ellos, una vez acabado el conflicto que propició la expedición de su patente, continúan su actividad convertidos en simples piratas. El siglo XVI será un siglo de fomento entre los corsarios y piratas, del asalto y captura de los galeones españoles y el apresamiento de sus hombres. En Dover se llegan a pagar 100 £ en pública subasta por hidalgo capturado. Surge igualmente una actividad nueva: los piratas o corsarios se hacen negreros y se apoderan en África de seres humanos para vender y esclavizar. Figura del esclavista británico más sobresaliente de este momento es el ya citado John Hawkins, que pobló de negros africanos toda el área del Caribe.

Bonitas historias las de estos bravos héroes, continuemos...

La piratería en el Caribe español


Durante los primeros siglos del dominio español en América, los piratas intentaban, y en muchos casos lograban, robar valiosos cargamentos de oro y otras mercancías procedentes del Nuevo Mundo. Abundaron en el Mar Caribe, que presentaba un lugar ideal para la actividad por su abundancia de islas en las que los piratas podían refugiarse. Hay que tener en cuenta que los Reyes Católicos permitieron en 1495 a todos sus súbditos tripular naves a las recién descubiertas Indias, lo que hizo que muchas embarcaciones se lanzaran al Atlántico sin la debida preparación, siendo fácil presa para los lobos del mar.

 Felipe II ordenó que ningún barco hiciera la Ruta de las Indias sin protección para evitar el ataque de los piratas a los navíos españoles. Para ello optó por la formación de convoyes en los que las carabelas y las naos eran escoltadas por los poderosos galeones y carracas, llamado Sistema de flotas y galeones. Este sistema constituyó un gran éxito si nos atenemos a la proporción de flotas fletadas (más de cuatrocientas) frente al de flotas atrapadas (dos), que da un porcentaje de capturas de un 0,5%, y ninguna de estas dos se debió a la acción de los piratas o corsarios, sino a la de Marinas de guerra pertinentemente armadas.

En cualquier caso, en el siglo XVII el trópico de la América hispana se convirtió en el escenario donde actuaban a destajo los lobos del mar, a menudo amparados por los grandes países de Occidente (principalmente Inglaterra, Francia y Holanda).


Como se ha indicado, se llamó corsarios a los que actuaban por cuenta de sus reyes, quedándose con parte del botín. Por su lado, los simples aventureros y ladrones fueron conocidos con el nombre genérico de bucaneros, pues sus tripulaciones se nutrían de habitantes de las islas que preparaban y vendían carne al bucán, es decir, ahumada. Sembraron el terror y la desolación en las poblaciones situadas en el Golfo de México y el Caribe. Veracruz, San Francisco de Campeche, Cuba, Santo Domingo, Cartagena de Indias, Honduras, Venezuela, Panamá y Nicaragua fueron los lugares más castigados, víctimas de saqueos, asaltos y asesinatos.

 Resaltan las figuras del galés Henry Morgan, de los franceses El Olonés (de nombre Jean David François de Nau) y Michel de Grammont , el holandés Laurens de Graff, Lorencillo (llamado así por su corta estatura; otros hacen referencia a él como Lorent Jácome), todos ellos piratas sin escrúpulos. Los peores asaltos que se recuerdan fueron: Maracaibo por El Olonés, Veracruz por Grammont y Lorencillo y Puerto Bello por Morgan. Estos lugares azotados y desprotegidos no contaban con ninguna defensa por parte del Imperio español de ultramar. Pero esta situación fue cambiando a medida que las colonias iban aumentando en población, y la metrópoli fue invirtiendo en la flota, defensas y guarniciones. De esta forma, a finales del siglo XVI los principales piratas y corsarios habían muerto o estaban prisioneros:

Richard Grenville fue derrotado y muerto en 1591 en las Azores.
Thomas Cavendish fracasa en una expedición y fallece en 1592 posiblemente aguas fuera de la isla Ascensión,África.
David Middelton fracasa también en las Azores.
George Clifford perdió 14 de sus 28 naves salidas de Plymouth en la Operación Raleigh en 1595; entre ellos cayeron John Hawkins y Francis Drake.
Sir Walter Raleigh fue condenado a muerte, sufrió suplicio y fue posteriormente decapitado en 1618.


El historiador británico J. B. Black lo expresó en una frase con tintes nostálgicos: «Los formidables escuadrones de corsarios, que antaño asolaron el Caribe, habían desaparecido».

Podríamos seguir, pero creo que ya está bien.

Ahora podemos comprender mejor el significado de todas esas historias de piratas en las películas, en las novelas, en los dibujos para niños... Son los descendientes de todos esos piratas los que ahora se sientan en los gobiernos de media Europa y en los de toda norteamerica (salvando México). Cómo no van a tratar bien, y a llenar de gloria y honor, las historias de sus ilustres antepasados. Las historias de esclavitud, crimen, y asesinato, curiosamente se las endiñaron a los españoles, convirtiéndolos a los ojos del mundo en los malvados del cuento.

¿Y qué pasó con el resto de la riqueza obtenida en el Nuevo Mundo por los españoles, a dónde fue a parar?

Pues a las manos de los banqueros alemanes, donde todavía sigue en la actualidad.

Y los corsarios, los piratas, los bucaneros, ¿Qué fue de ellos?

Pues aquí los tenéis, como antaño, dando por el culo en las costas e islas españolas, sembrando el terror y asolando por donde pasan.






















Y con la patente de corso de sus papás, viejos filibusteros, que bendicen y subvencionan la actividad de sus hijos, siempre que la realicen a 2000 km. de su casa, claro está.

Lctr.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si es que mete usted unos rollos de olé.