(Otro artículo de Nico Rey cortapegado por el mismisimo lecter)
11 de julio de 2008.- Toca echar cuentas. Las de una cuota escalofriante, aunque ignorada. El año 2005 se cerró en nuestro país con una de esas cantidades que, leídas así, de golpe, estremecen: 3.381 suicidios. En otra contabilidad no menos dramática, 3.332 fueron los fallecidos en la carretera. Las cifras cantan, aunque lo hacen casi en silencio por culpa de un paradójico sentimiento de vergüenza y ética periodística mal entendida. Los suicidios matan más que los accidentes de tráfico, en España, desde hace tres años. Algo más arriba, en la patria de los irreductibles galos, Sarkozy alerta de otra realidad turbadora: el suicidio juvenil es la gran enfermedad de este siglo recién inaugurado. ¿Por qué ocultarlo entonces? ¿Para qué?
Nadie habla de ello. No hay debate. Tema tabú entre los viejos nuevos periodistas. Mutis informativo. Es más, teles, radios y periódicos se conjuran para ocultar este drama noticioso. Lo hacen amparados en la necedad de carcundas libracos de estilo redactados hace siglos. Localidades como Alcalá la Real, en Jaén, se sitúan por encima de la media en cuestiones suicidas. Pero eso no interesa. Prohibido hablar, en televisión, de los pueblos 'kamikaze'. Erika Ortiz Rocasolano, personaje multimediático por motivos familiares, corta su enchufe vital y su ausencia se convierte en 'scoop'. Dura ese instante en que muda de apariencia la actualidad. Se prohíbe hablar en televisión de las jóvenes sobradamente preparadas que, asomando su vértigo al precipicio de la depresión, ponen fin a su vida.
Noticias de alcance, sí, pero proscritas. Viene todo esto a cuento de 'The Bridge', de Eric Steel, un documental que anda levantando ampollas en foros 'interneteros' y en las redacciones del mal llamado Primer Mundo. Una veintena de suicidas reales se lanza al vacío. Caso por caso, van siendo captados, precipitándose a 120 kilómetros por hora desde sus 70 metros de altura, a lo largo de un turbador filme. Sucede en el Golden Gate de San Francisco (California), el llamado puente de los suicidas. Y no es para menos: desde su construcción, en 1937, más de 1.200 suicidas 'desenchufaron' por culpa de la atracción del abismo. Se quiebran 20 vidas al estamparse contra la sinrazón y su caída es filmada por un equipo de cámaras ávidos de descifrar el 'sudoku' del 'autoapagado'. ¿Es ético grabar algo así?
No emitirá 'The Bridge' ninguna cadena española que se precie. Tampoco llegará nunca a nuestros cines. De nada sirve, al parecer, reclamar de una puta vez que se trate el suicidio como lo que realmente es: una enfermedad mental. Convendría no negarlo. Evitaría morir en vano. Asomémonos, por un momento, al horror para contemplar esa caída. Es decir, las 20 caídas a un vacío mortal que conforman, en su horror, una sola caída. Si verdaderamente esto es la sociedad de la información, ¿por qué cojones no nos informan de lo que realmente puede salvarnos la vida?
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