jueves, 23 de marzo de 2017

La culpa es de Carmena II


Después de escuchar la semana pasada en boca de Carlos Herrera que Manuela Carmena es una inútil. Después de escuchar repetir hasta el aburrimiento las descalificaciones hacia la alcaldesa de Madrid por parte del partido popular encabezado por una delirante Esperanza Aguirre, que nos indica que es mejor vivir con contaminación que sin coches por el centro. Después de escuchar a personalidades tan importantes como el torero Fran Rivera cargar contra la alcaldesa tildando de "vergüenza" que les cobraran alquiler por el local para la realización de su rastrillo solidario. Después de tener que oír insultar a Carmena hasta al insigne Willy Toledo...

Después de todas estas cosas, hoy nos desayunamos con los primeros datos de la auditoría de la deuda del ayuntamiento de Madrid durante el reinado del faraón Gallardon y de su "Nefertiti" Ana Botella. Los resultados no pueden ser más escalofriantes.

Desde el año 2002 hasta el año 2012 la deuda creció desde los 1.136 millones de Euros hasta los 7.732 millones. En ese período de gobierno se acometieron obras faraónicas de dudosa utilidad pública para el conjunto de los madrileños como fueron el soterramiento de la M30 (con un sobrecoste de presupuesto de 1.632 millones de Euros) la reforma del Palacio de Cibeles para convertirlo en suntuoso ayuntamiento (500 millones más de lo presupuestado) o la Caja Mágica, un recinto infrautilizado, que se llevó más del doble de lo previsto (206 millones de euros), por señalar algunos ejemplos.

También durante ese período se externalizaron la gran mayoría de servicios públicos a empresas privadas, con ruinosos resultados para el consistorio y enormes beneficios para las empresas adjudicatarias (todas vinculadas al PP). Además, por poner un ejemplo, sólo en el año 2015 el gobierno de Ana Botella gastó más de 39 millones de euros en alquileres de espacios, a pesar de que ese mismo año tenía en su poder 866 edificios sin uso, valorados en 3.500 millones.

Dónde estaban las denuncias y los insultos de Carlos Herrera durante esos años. 

El proceso va a ser lento, va a ser duro, de hecho ya lo está siendo, plagado de trabas, cortapisas, y agravios hacia la persona de Manuela Carmena. 

Es cuestión de tiempo y paciencia.

Lctr.

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