sábado, 24 de agosto de 2013

Detroit





















“Detroit es la ciudad americana por excelencia. Fue la vanguardia durante nuestro ascenso y es la vanguardia durante nuestro descenso”, argumenta Charlie Leduff, autor de un libro dedicado a su ciudad natal que ha titulado Una autopsia americana. La idea que plantea Leduff (que los problemas de Detroit son los problemas de Estados Unidoscircula en Internet en términos algo más visuales desde hace meses.

La decadencia de Detroit es tan palpable, tan descarnada, tan surrealista, que una de las pocas industrias en auge es la artística. “Es un imán para creadores vanguardistas que han descubierto que tienen aquí una fuente de inspiración, un ambiente único.

El descalabro de sus 80.000 edificios abandonados y sus 90.000 solares vacíos no sólo atraen a fotógrafos e instaladores, también a pirómanos locales y foráneos, contra los que nada pueden hacer los diezmadísimos cuerpos de policía y de bomberos. Leduff cuenta cómo incendiar una casa y hacer una barbacoa se ha convertido en una forma de ocio barato para cientos de gamberros, drogadictos y pandilleros. “Una lata de gasolina cuesta tres dólares y alquilar una película cuesta ocho. Sabes que la policía no va a venir, así que la decisión es sencilla”, dice.


























Lctr. (EL CONFIDENCIAL)

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