martes, 8 de abril de 2008

Leonor Watling

A continuación corto y pego la opinión de Quico Alsedo sobre Leonor Watling de su blog: SEXO, DROGAS Y ROCK&BLOG.


Watling, que parece haberse caido de una estrella

7 de abril.- Leonor Watling es la Ana Belén de su generación. Una intensa de cuidao.
Siempre de negro existencialista, mamá, Leonor quiere ser artista.
Y es tan madura, tan aplicada, taaan DIVA... Fluye un poco, mujer, fluye.
Ayer, en Gijón, Watling dio un pasito más hacia el olimpo de las cantantes/actrices pajaronas. Porque sí, amigos, Leonor es ahora musa de Alessandro Baricco. Y la vida, ay, va dejando de tener secretos para ella.
Aprovechando que andaba por las Asturias (rearme moral), me acerqué este fin de semana a la edición gijonesa del IV festival Palabra y Música, coorganizado por una periodista de esta casa, Silvia Grijalba.
Se trataba de juntar letras y música a la manera del spoken word anglosajón: rockeros literatos, o literatos rockeros, o como coño sea, recitando.
Rock hablado, en fin.
Claro que Bukowski hacía aullar a su audiencia en San Francisco en los 60 y aquí, en 2008, ni puta idea de inglés, pero hay subtítulos, la iniciativa es enriquecedora y por algo hay que empezar. La intención, de momento, es lo que cuenta.
Tampoco le voy a hacer la rosca a Silvia: alguna traducción ha sido lamentable y Henry Rollins, por ejemplo, ni se dejó traducir. Dio igual: Rollins al parecer estuvo genial en Mallorca dos días antes, pero en Gijón se dedicó a contar batallitas ombliguistas de que lo mucho que viajo y cuánta gente conozco y Bush qué malo es. Prescindible. Cúrratelo más.
Otro punto débil fue el público, barrera idiomática mediante: imposible el feedback entre platea y escenario, dio la sensación además de estar masivamente invitado.
Por ejemplo, John Cooper-Clarke, desvencijado mito parlante del punk, preguntó en deteminado momento: "¿Hay algún fan de Hank Williams aquí?". Es un misterio cuántos de los 400 presentes le entendieron, porque el silencio fue absoluto, y tan embarazoso que él mismo rió: "¡Tranquilos, no se lo diremos a nadie! ¡Esto no ha pasado, jajaja!".
El tipo, telonero en los años de plomo de Sex Pistols, Buzzcocks y The Fall, y superviviente de la heroina, sobrevivió con una carcajeante jeta a la desastrosa traducción que le asestó Bea, de Nosotrash, intérprete elegida por la organización y superada por los acontecimientos.
Él, absolutamente auténtico, fue un trozo de alcantarilla teletransportado desde el feo Manchester de los turbulentos 70. Y eso que, joder, me perdí mogollón de giros: el cabrón habla con la napia y pronuncia a cartabón.
Luego llegó Leonor y, oh, se paró el tiempo. Qué hondura. Qué escasa impostura. Qué apretada mandíbula. Si esta chica está ya así, en 10 años es la Streisand española.
Junto a ella salvó el tipo la verdadera estrella del festival en Gijón, porque Barry Gifford se negó a venir a Asturias: Alessandro Baricco, aclamado autor de 'Seda', dejó en inanes aprendices a los esforzados Marlango, que pusieron evidentes fondos musicales al aplomo del italiano. Sin despeinarse, como quien aplasta a una hormiga, se los comió con papas.
'Seda' me pareció en su momento un ejercicio de orientalismo bien diseñado aunque quizás pelín vacuo, y los textos que Baricco leyó ayer quizás cojean por ahí, y por manidos: retales de William Saroyan, Hubert Selby Jr., Osvaldo Soriano, Paolo Conte ('Genova per noi')...
Todo muy picadito, algo blandengue y hasta lila, pero lo formidable fue la forma: Baricco le soltó toda una lección de interpretación a la actriz Watling. Cada palabra suya cayó como una losa. Cada frase fue leida rodeada de su exacto significado. Cada pausa dijo lo que tenía que decir. Cada mirada al público, al terminar de leer, fue una ráfaga de verdad.
Detrás, circunspectos, Marlango parecían esforzados estudiantes de primero de Adultez.
Y ella, ay, ella... Ella ofició de gancho comercial para el festival y ya está, qué cojones.
Y digo yo: si Leonor es la Ana Belén de su generación, ¿será Jorge Drexler el nuevo Víctor Manuel?
Me retiro. Debo pensar. Asturias, qué bonita yes.

Gracias Quico

Lect.

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