martes, 18 de junio de 2013

El bien y el mal

José Bretón empezó a matar a sus hijos desde el momento en el que fue concebido, ya que fue concebido para ello. Es la viva reencarnación de Baal, de Saturno, de Cronos mismo. Es la propia reafirmación de la naturaleza, impasible, atemporal, descarnada.., inhumana.

Que José bretón haya matado a sus hijos no es nada sorprendente, es algo que subyace a la propia condición, o definición, de ser vivo. La naturaleza lleva matando a sus hijos desde el principio de los tiempos (véase a Cronos dando cuenta de uno de los suyos en la ilustración adjunta).

Siglos de civilización y humanismo han relegado estos hechos, rutinarios y habituales en todos los ordenes naturales, a la condición de anécdotas  abominables.

Pero lo verdaderamente abominable de estos actos no son ellos en sí mismos, sino la espectación, el delirio, el interés desproporcionado, que despiertan en las masas, aparentemente mansas, aparentemente dormidas, hasta que, irremediablemente, aparece un acto execrable como el cometido por este señor.

No hay informativo televisivo, ni de radio, no hay periódico escrito ni digital, que hoy se libre de contar en primera plana, con pelos y señales, el juicio del caso que hoy a empezado sobre esta causa.

Anas Rosas, Susanas Grisos, y secuaces expertos en materias criminales, no paran de repasarnos una y otra vez los hechos, los motivos, las vísceras, las hogueras, sin reparar en la decencia ni en el respeto a lo humano. Mientras, la audiencia se retuerce, se inquieta, se relame, se excita, dejando aflorar al homínido, al reptil, a la ameba, que lleva dentro.

Lo verdaderamente espantoso de esta situación son las extraordinarias audiencias que conllevan. Ellas nos señalan que el ser humano no ha avanzado nada, ni un milímetro, nada. Seguimos al lado de los nematelmintos y de los celentereos, seguimos aullando juntos, en la noche, agitados y temblorosos, bajo la luz de la luna.

En palabras de Bías...

"La mayoría de los hombres es mala"

Lctr.

2 comentarios:

deivit dijo...

Morbo

Anónimo dijo...

Bueno, sin que tuviera detalles escabrosos también se siguió con mucho interés la desaparición de Madeleine McCann. También al ser humano le mueve la indignación, la tristeza y la búsqueda de justicia,en menor medida que el morbo, claro.

Rg