jueves, 13 de junio de 2013

Sticking Fingers


Dejar de ser un miembro de la mafia japonesa Yakuza y reinsertarse en la vida civil no es fácil. Entre otras cosas porque su estricto código de honor les obliga a cortarse el dedo meñique, y partes de otros dedos, cuando comenten un error grave o un acto desleal. Así que resulta bastante sencillo identificarlos.

La cadena ABC ha entrevistado a Shintaro Hayashi, un fabricante de prótesis japonés que ha visto incrementada la demanda de dedos en los últimos años, muchos de ellos de ex miembros de la Yakuza. "Hayashi divide a su clientela en tres categorías", explican. "Aquellos que acuden a él obligados por sus novias preocupadas por la reputación, ex miembros que están deseando ascender pero les preocupa que se descubra su pasado, y viejos miembros de la Yakuza que no tienen intención de dejarlo, pero necesitan cubrirse para la boda de un hijo o el evento deportivo de un nieto".



Uno de sus clientes, Shigeru Takei, explica la situación que se produce cuando deja la Yakuza e intenta acudir a una entrevista de trabajo. "No podía decir la verdad en mi currículo porque había pertenecido a la Yakuza durante 20 años", explica. "Si no tienes dedos, no hay manera de encontrar un trabajo".

Aquí es donde entra el trabajo del protésico, que fabrica dedos de silicona cuidadosamente pintados con el tono de piel del cliente y que cobra a 3.000 euros. Durante los últimos años ha fabricado más de 300 dedos y tiene claro el poder que tienen. "Si te pones el dedo", sentencia, "puedes darle la vuelta a tu vida".

Lctr. (Cute&pasteado de Fogonazos)

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