Llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve...
Mañana de gestiones, papeles y tontunas. De vuelta a casa tomo un desvío para cruzar las pistas de Loyola, en el corredor de la muerte desde hace años. Y pensé que, a lo mejor, esto del crack de la construcción le concede una moratoria, es posible que vuelvan las porterías hechas de guayaberas y mochilas, los tropeles de piernas rodeando un balón, no vale empotrar, sipi nopi, las pantorrillas desolladas, las boceras de pan con chocolate, los ruedos pequeños de las canicas, los ruedos más grandes de las peleas, a la salida te espero, uno contra uno, dos empujones, enganchón y al suelo, rebozarse y pá casa. Pero ahora los niños no se ensucian, se sientan en los bancos a vacilar de politono, de ropa de marca, comen fibra y hacen dieta, no se parten la crisma sino que se lesionan, no juegan sino compiten, no sueñan sino que desean, émulos precoces de la estupidez de sus mayores. Pensando en esto iba cruzando la última era de mi pueblo, más consciente a cada paso, de que era eso lo que hacía, cruzar una era que se fue y que lo que queda son dos eras inútiles, dos eras sin niños. Al llegar a casa, un poco sombrío, leo a Bego y recuerdo aquello de Ángel González de que la historia es como las morcillas de mi pueblo, las dos se hacen con sangre, las dos se repiten y leo a Deivit, y recuerdo los charcos que acababa de pisar en un arranque de laxa melancolía y pongo el equipo a todo lo que da, que no es decir mucho, es barato y viejito y por eso apoyo el estribillo de viva voz.
"It's such a sad old feeling
the fields are soft and green
it's memories that I'm stealing
but you're innocent when you dream"
Inocente cuando sueña, Arfonzo.
P.D: Gracias a todos por los comentarios a la entrada aquella de la crisis, sobremanera a Lecter por su sempiterna sabiduría y a Deivit, en fin, se me espianta un lagrimón.
2 comentarios:
Sí Alfonso.
Se construye en los eriales, se asfaltan las ideas, se alicatan los sueños.
Ese abrazo.
Si es así, buscarme allá...atrás...sentado en aquel bordillo, limpiándome el barro seco de las botas con una piedra.
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