sábado, 4 de julio de 2009

La vida contemplativa

Leo esto en elmundo.es

Vivir a la velocidad de un caracol
Los más radicales hablan de eliminar el tráfico en las ciudades, incluso de prohibir los relojes, pero no todo son utopías entre quienes proclaman las bondades del movimiento 'slow', una filosofía de vida que, aunque pueda parecer ingenua, anima a levantar el pie del acelerador para vivir a la velocidad de un caracol.

...Carl Honoré, autor del libro 'Elogio de la lentitud' (RBA), es uno de los teóricos de este movimiento mundial que promueve un ritmo sosegado hasta en las actividades más cotidianas del ser humano. Para este periodista canadiense con residencia en Londres, una vida rápida es una vida superficial, de ahí que la lentitud no tenga nada que ver, sostiene, con la ineficacia, sino con el equilibrio. Ese ejército "silencioso" de personas amantes de lo lento a los que Honoré se refiere en su obra huyen del "aquí te pillo aquí te mato" en el sexo, reclaman una sanidad más humanizada, una educación que no fomente la competitividad y un ocio sin tanta televisión y más contacto con la naturaleza.

Esto está muy bien. Siempre me habría gustado que la actividad de las ciudades entre semana fuera como la de un sábado o domingo. Todo más relajado. Sin prisas. Pero incluso voy más lejos y lo que realmente echo de menos, y no es fácil haber tenido la experiencia, es la vida contemplativa, y no me refiero a la idea religiosa de vida contemplativa, me refiero a recuperar el placer de estar sentado dos horas en una era, en un prado, al lado de un huerto, observando cómo se mueven los árboles, las bandadas de pájaros que vuelan muy arriba, lo que hacen las gallinas de tu corral o cómo el aire forma pequeños remolinos en la tierra. Tampoco hablo de mirar amaneceres o puestas de sol. Tan sumergidos estamos en esta vida atroz y estresante que esto que digo puede parecer ridículo, sonar a gilipollez y a pérdida de tiempo. A mí a veces me lo parece. Pero no, no es así. El problema es que hemos perdido la capacidad de sentirnos integrados con lo que nos rodea en la naturaleza, de formar parte de eso y por tanto sentirnos bien simplemente "estando". Y esa capacidad la hemos perdido porque... ¡no tengo tiempo, coño!

Roger

2 comentarios:

lecter dijo...

Decía mi tío Pontevedrés:

"Aquí lo tienes todo. La ciudad está a un paso, con lo cual, si quieres, puedes ir al cine, siempre que te guste el cine...

Yo prefiero quedarme, y ver crecer la hierba..."

deivit dijo...

Amigo, Roger, esa gente, en la que me intento incluir, no son amantes de lo lento , sino amantes del ritmo normal y natural. Lo otro es lo mentalmente insano y estresante, el quererle sacar mas de veinticuatro horas al día y no poder.
Una frase de mi curro cuando nos meten prisa:
TODA LA VIDA CORRIENDO Y NUNCA LLEGAMOS A LA META.
Y creo que aunque suene a cachondeo, tiene su cosita de razón.