jueves, 14 de febrero de 2008

Extranjeros, o cuando el teatro te mira a la cara...

... se deja de parafernalias y va sobriamente al ejercicio. Y la cuarta pared se convierte en un espejo que te refleja sin misericordia, pero sin aspavientos. Hablando del abismo pero sin levantar la voz, sin dramatismos ni gritos, con una mueca que por momentos es una sonrisa y por otros angustia. Como el correcaminos cuando ve el tren que se le echa encima y no huye; simplemente con cara de circunstancias y mirando al espectador saca un cartelito que dice "mecagoendios". En definitiva asistimos a una sesión de sicoanálisis. El espectador se convierte en el médico que escucha a unos personajes/pacientes; en algunos momentos sonríe con cierta suficiencia al verles moverse en el patetismo existencial, y la sonrisa se le congela cuando al mirarles a la cara se descubre a sí mismo reflejado en el espejo.



Señores, tengo un plan... ¡¡¡Mein Fürer, puedo andar!!!

jm

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