domingo, 15 de agosto de 2010

Summertime

Doblabas la esquina con el cuerpo erguido, opulento, vigorizado por las mañanas de piscina y bici, los partidillos salvajes (no se había inventado el Tiki-taca) y el furor onanista. La sonrisa esclerótica y fanfarrona que cuadraba Bruce Lee empezaba a salirte sin esfuerzo tras horas delante del espejo. Aquellos vaqueros viejos con las perneras cortadas a tijera, que horrorizaban a tu madre, dejaban al descubierto unos pelillos endebles y rubios que eran el máximo argumento de tu virilidad.
Doblabas la esquina, en definitiva, con la esperanza de verla, y casi siempre allí estaba, rodeada de algunas de las que posteriormente (¡Ah, paradojas de la vida!) serian amantes furtivas de otras noches de verano, botín etílico y paupérrimo, partidas que acaban indefectiblemente en tablas. Aunque entonces, evidentemente, no existían mas allá del aura que emanaba ella. Siempre Ella.
Quince metros antes de llegar al banco entarimado con cáscaras de pipas, cuando el aroma sofocante de la fresa acida y la piel magra enmarañaba el escaso seso, entonces, justo entonces, la estopilla que empezaba a coronar tu boca se perlaba de un sudor agrio, zumo de hormonas que anticipa la derrota, todo tu cuerpo era un quintacolumnista que se empeñaba en desarticularse, las rotulas de alambre, los brazos globos desinflándose que giran sin otro sentido que la gravedad y la inercia.
Empaquetabas ese rencor rancio con el que desayunabas a diario y se lo enviabas a tu coleguilla aledaño en forma de collejón de los que suenan como en las películas de Bud Spencer, el otro que te tiraba una patada con mala índole a la espinilla, el otro que le mete un empujón con lo que tenía, que no era poco y la trifulca acaba en un corro vociferante de testosterona.
De ese nublao de tiniebla y pedernal emergen los ojos de Ella, que con la línea torcida y el rimel tóxico que se compró en el rastro te graba en el alma aquella letanía:
“¡Pero mira que eres tonto, niño!”



Despues, las fiestas de Septiembre, y despues...





Aunque al volver al cole..




Si has visto los últimos segundos del video y la edad te ha enseñado a ser sincero contigo mismo, tendrías que reconocer que todos somos un poco Travolta.

Sofocao por la calor, hermosos, alhajas, os quiere Arfonzo

3 comentarios:

Lecter dijo...

Querido Arfonzo..
un placer, como siempre.

Abrazos estivales

deivit dijo...

El verano que se acaba. Este año nos pondremos una rebequita para las fiestas. Y de aquí a poco nos vemos otra vez forrando los libros y haciendo propósito de enmienda para el nuevo curso.
Un abrazo my friend

El Gran Tonetti dijo...

Encantado de leerte, Arfonzo. Abrazos veraniegos.