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El paso del hombre sobre el planeta se ha convertido en el mayor arma de destrucción existente. Un arma que surge de las bases sentadas por la naturaleza misma. En su afán de expansión y extensión sin límites la naturaleza parece no haber tenido en cuenta su auto-liquidación, su auto-exterminio.
Lejos de tomar el problema en serio, la humanidad sigue su antiguo mandato natural al pie de la letra; comer y no ser comido, no quedando resquicio ni hueco para un pensamiento y una actuación distinta y/o protectora.
Las delirantes políticas económicas basadas en la producción y el consumo masivos, en el crecimiento a ultranza, en el todo para mí y los demás que se jodan, en el todos queremos más.., nos han llevado, y nos están llevando, a la insostenibilidad y a la extinción.
Bueno, no exageremos, no exactamente a la extinción, a la extinción de la mayor parte y a la protección de algunos pocos. Esos pocos que se alzarán por encima de toda una masa de esclavos a su servicio, para seguir con el plan de la naturaleza.
Porque el infierno y el cielo conviven en el mismo plano dimensional. Este. Y cada vez el infierno será más extenso y más poblado, y más real.
Lctr.
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