martes, 30 de diciembre de 2008

Cuento de Navidad



Por todos es sabido, hoy en día, que la Navidad es una ancestral celebración humana del hemisferio norte terrestre.

Los fríos y nieves en esa época del año en la tierra civilizada, hacían que las familias se recogieran en casa, sin trabajar, comiendo los frutos secos recolectados previamente, nueces, castañas, dátiles, almendras, así como los dulces generados por estos, pan de higo, turrón, mantecados, rosquillas, pestiños, y sus variedades internacionales, que las abuelas manufacturaban pacientemente.

El día 25 de Diciembre se celebra el inicio del solsticio de invierno, o lo que es lo mismo, el nacimiento anual del Sol, nuestro por ahora, único Rey responsable de la vida en el planeta.

Esos días de recogimiento eran propicios para la narración de extraordinarias historias de caridad, humanidad y esperanza. Al estar todos en casa sin salir, sin trabajar, sin nada que hacer, se instalaba en los hogares la humanidad más plena y primitiva, momentos en los que el hombre se pregunta qué es, qué hace aquí, y halla la respuesta viendo a los miembros de su familia unida y a salvo de las inclemencias de la naturaleza.

Como ha cambiado el cuento.

La ocupación y llegada de la civilización a las zonas del hemisferio sur terrestre hacen de esta fecha invernal uno de los mayores absurdos celebraticios que se conocen. Así, me contaba mi concuñado, pasar unas navidades en Sidney, como el pasó durante dos años, es uno de los mayores sinsentidos que existen. Se celebra una barbacoa en el jardín, y directamente se da uno un mochazo en la piscina para combatir el calor, mientras los renos sobrevuelan tirando del trineo. Cosas similares me cuentan amigos de Buenos aires, Montevideo, Santiago de Chile, Valparaiso, y Viña del Mar.



Por no hablar de los que viven en las regiones tropicales.

Sin ir más lejos, hace dos años pasé unas vísperas de Navidad en Tenerife donde un papá Noel vendía helados mientras estábamos debajo de una sombrilla a 33ºC.

Todo esto está cambiando, lenta pero imparablemente.

Sólo hay que ver esos portales de Belén en las casas donde al lado de la mula hay un Piolín, o por ejemplo, flanqueando al niño Jesús nos encontramos con los Power Rangers o las tortugas Ninja.



Alimentemos la ficción religiosa con ficción sana y alegre.

Por unas fiestas sin más, sin afectación.

Celebremos.

Si se puede.

lectr.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigos, aprovecho para felicitaros lo que va a ser según todas las previsiones un lamentable 2009.

En breve me reactivaré.

Desafectadamente,

Carlos (todo por esssspaña!!)

Anónimo dijo...

Hola Anibal (y al resto) bueno, yo he vivido la Navidad de Valparaíso así que ahí va: no llega Papa Noel, sino el Viejo Pascuero, con su barba, su gorro de lana y sus pantalones cortos. La cena y comida de Navidad como la de aquí: asados,...
Y la Nochevieja, desde dos días antes, la gente acampa (literal) en la playa, con sus neveras, sus mesas,... y duermen allí esperando coger el mejor sitio para ver los fuegos artificiales a las 12 de la noche y que se extienden a lo largo de 50km de costa. Como Valpo está en una bahía, alcanzas a ver casi toda esa extensión de litoral con lo que es impresionante.

Besazos y ¡¡Feliz Año!

Nuria

Anónimo dijo...

Bienvenida Nuriaa, y feliz año.